Informe revela que el departamento de Ñeembucú registró cifras sobre inseguridad similares al de países europeos con una tasa promedio de 2,7 homicidios por cada cien mil habitantes, en un período considerado desde el 2010 al 2015, este índice lo convierte en la zona más segura del país.
Fuente: Informe “Crimen, prisión e inseguridad. Elementos para el abordaje de la crisis»
Por otra parte, el departamento de Amambay cuenta con un índice de 70 homicidios por cada cien mil habitantes, seguido por los departamentos de Alto Paraguay, Canindeyú, Concepción y Alto Paraná. El denominador común de los cinco departamentos más inseguros es la frontera con Brasil; tasas por encima del doble de la media nacional y la presencia del crimen organizado.
Los departamentos que no son fronterizos con Brasil mantienen tasas bajas de homicidios, cuyas cifras son próximas a las de Argentina, Uruguay y Chile, que se ubican entre las de menor registro de muerte violenta en la región americana.
Este informe denominado “Crimen, prisión e inseguridad. Elementos para el abordaje de la crisis” fue realizado en el marco de proyectos financiados por el CONACYT, por el Instituto de Estudios Comparados en Ciencias Penales y Sociales de Paraguay – INECIP Paraguay, de manera conjunta con la Universidad Nacional de Pilar y el Mecanismo Nacional de Prevención de la Tortura (MNP).
El documento refleja de qué manera el crimen, la prisión y la inseguridad vienen ocupando la agenda pública y la preocupación ciudadana, ya que en Paraguay existe la percepción de que vivimos en un país cada vez más inseguro, a pesar del descenso de los índices a nivel nacional.
Ante esta sensación, la respuesta sigue siendo el aumento de las penas, el encierro de mayor cantidad de presuntos delincuentes y la merma de garantías penales y procesales. Es decir, una política de mano dura. Existen escasas discusiones académicas y teóricas sobre la pertinencia de estas medidas. Y, en especial, sobre la efectividad de las mismas para enfrentar a la inseguridad.